lunes, 23 de enero de 2012

Teoría sobre el final.

Estaremos cansados, quizás algunos soñolientos, pero no importará.
Porque estaremos juntos.



Tal vez la existencia del mundo se base en algo tan simple como eso.



Los edificios se derrumbarán, los polos se derretirán, los termómetros estallarán y la capa de ozono dejará de existir.
¿Sabes? Puede que sea verdad, puede que el fin del mundo sea este año. Que nos quede poco, que todo se vaya a la mierda, que no haya nada más que hacer, que en esta ocasión sea cierto.
Ni lo pienso mucho ni me preocupa demasiado, pero, si te paras a pensar (y ya sabes que yo pienso en exceso) cada poco tiempo hay una nueva catástrofe natural, terremotos, tsunamis, todas esas cosas. Casi a diario te encuentras con una noticia en los periódicos o en la televisión que, aunque ya ni nos sorprenda, pues poco hay a estas alturas que consiga hacerlo, si la analizamos fríamente no son más que una locura tras otra, señales de que todo se está volviendo cada vez más preocupante, y no quiero ni poner ejemplos de todas las variedades que hay, a cual peor. El mundo se va a la mierda, eso está claro, y tal vez lo hayamos creado nosotros mismos. Así que sí, si algo de eso ocurre, no se puede decir que no nos lo hayamos buscado.
Cada vez hay menos razones para mantenerse aquí.
La explosión en el oscuro cielo de unos cercanos fuegos artificiales me hace salir de mis pensamientos, y me acomodo sobre la fría arena de la playa.
No sé qué hora es, supongo que no quedará demasiado para que amanezca. En una playa que ni sé su nombre ni quiero saberlo, y todo el mundo se divierte, y bebe, y baila, y ríe. Entre esa gente, la mayoría de personas que necesito en esta vida. Pero saben cómo soy, sabes cómo soy, y de vez en cuando me gustan estos momentos de soledad, apartarme del tumulto y observar todo desde fuera, mirar a cada una de las personas que están aquí, y verles la sonrisa en la cara, verlos bailar torpemente e inventar ingeniosas armas para ligar, verlos reír, diciendo una tontería sin sentido tras otra, como niños pequeños, y pasar el tiempo así.
Verte a ti.
Verte a ti, con un pareo blanco en contraste con tu tez morena, ver tu pelo liso caer sobre tus hombros, verte divertirte, buscarme con la mirada de vez en cuando, y saber que no necesitas encontrarme, que pronto apareceré, que, como decía, necesito estos momentos, van conmigo.
Y lo sé, que a veces hago cosas sin demasiado sentido, que en ocasiones mi mente no me deja disfrutar por completo de estos momentos, en los que simplemente hay que divertirse sin más y dejar de pensar… que soy demasiado raro.
¿Sabes? Puede que sí, que el mundo acabe este año. Pero sé que seguiréis bailando mientras los edificios se vienen abajo a nuestro alrededor, que permaneceréis aquí cuando los polos se derritan, que, simplemente, cogeréis una botella de agua fría cuando el clima se desetabilice por completo y la temperatura aumente insoportablemente… que continuaréis besando mientras la capa de ozono se va a la mierda, buscando (y encontrando) el oxígeno en esas bocas.
Que los jinetes frenarán sus caballos y observarán sorprendidos cómo ni siquiera os inmutais ante el final de nuestros días.
Porque no os importará.
Simplemente seguiréis aquí, eternamente, en esta playa. Porque sabréis que no existe mejor lugar, porque no nos interesa nada que sea salir de aquí.
Tu mirada se encuentra conmigo, y, tras sonreír, vienes hacia mí, manteniendo esa sonrisa, y alargando tu mano, para cogerme, para que vuelva con vosotros, para que dé por terminado este momento a solas con mi mente, de nuevo deje de pensar, y tan sólo esté con ellos, contigo. Que me divierta, que beba, que baile, que diga tonterías y ría hasta caerme en la arena con calambres en la barriga.
Que te bese, por si el final del mundo se adelanta, nos pille en esas.
Porque si queremos, no tiene por qué amanecer nunca. Y si aún así lo hace, ahí estaremos todos, como siempre lo hemos estado. Nuestros ojos se fijarán en cómo el cielo cambia de azul muy oscuro a cada vez más claro, para acabar en un brillante tono anaranjado. En ese momento no habrá risas, ni bebida, ni chistes. En ese momento todos os acomodaréis un poco más a mi mundo, y, aunque estemos juntos, cada uno estará con su mente a solas.
Habrá ocasión para manos en el hombro del amigo, para coger las manos de ellas, para respirar. Siempre ha sido así.
Pero estaremos en silencio, atentos a ese naranja que se alzará ante nosotros.
Estaremos cansados, quizás algunos soñolientos, pero no importará.
Porque estaremos juntos.
Tal vez la existencia del mundo se base en algo tan simple como eso.
Pero ahora es tiempo de reír, de bailar, de beber, de besar.
Y, después de esta noche, que acabará solamente cuando nosotros queramos (tal vez nunca) existirá una razón para pensar que, si en la faz de la Tierra hay una sola persona más que esté haciendo lo mismo en ese momento, es imposible que el mundo termine este año.
Aún vale la pena seguir aquí.
Estamos juntos, en esta noche eterna, y no importa nada más.
Los edificios se derrumbarán, los polos se derretirán, los termómetros estallarán y la capa de ozono dejará de existir.
Y, mientras todo eso ocurre, seguiréis aquí. Porque sabréis que no existe mejor lugar, porque no nos interesa nada que sea salir de aquí.
Reíd, bailad, bebed, besad.
Tal vez la existencia del mundo se base en algo tan simple como eso.

1 comentario:

  1. Tú seguirás escribiendo aunque termine el mundo, eso lo tengo claro. Y sí, tienes razón: la existencia del mundo se basa en algo tan simple como eso. El problema es que nos complicamos mucho la vida. Besito.

    ResponderEliminar