martes, 19 de marzo de 2013

TrazosHechosTrizas


Será que hace demasiado tiempo que no te llamo para darte las buenas noches, y ni yo me he acordado, ni tú lo has echado de menos.
Será que tú un día te empezaste a ir y yo no acabé de pararte, que cuando vamos al cine ya hasta nos enteramos de qué va la peli, que ya nadie nos dice desde la fila de atrás que por favor nos callemos.
Será que estamos cansados y no sabemos bien de qué, que ya no nos buscamos la mano por miedo a que nos descubran, que el castillo de naipes se está cayendo, porque, aunque no quisiéramos reconocerlo, un castillo de naipes no es más que algo construido con cartas... y esos no son cimientos para aguantar nada.
Será que ni tú estabas tan convencida ni yo estaba dispuesto a seguirte al fin del mundo, que ni yo acabé siendo el único para ti ni tú me hiciste pensar que no había nadie más que tú.
Será que no era tan real como pensamos, que fuimos la droga del otro durante un tiempo y ya está, y lo que pasa con las drogas es que mientras estás con su efecto todo es perfecto, pero luego cuando se va todo lo que queda es malo, y hasta te acaba matando… y nosotros somos demasiado egoístas para morir por una persona que hemos conocido hace más bien poco.
Que tampoco la palabra eterno es tan importante, que no por decirlo mucho se hace más factible, y que en vez de reconocer que hemos sido incapaces de cumplir las promesas que nos dijimos, pues haremos la vista gorda y, de paso que nos perdonamos a nosotros mismos, que para eso sí que somos muy condescendientes, le hacemos un favor al otro.
Será que cuando nos besamos ya no encontramos eso de aquellas malditas noches, aunque lo busquemos… o a lo mejor es que ni siquiera lo intentamos.
Será que el invierno es frío y no apetece salir tanto, que el verano es para disfrutar y no atarse a nadie, que el otoño está lleno de quehaceres y que la primavera ya ni siquiera existe.
Incómodos sólo con mirarnos, deseando que el otro diga algo pero que acabe con este puto silencio, tú odiándome por mirarte tan profundamente, como antes te encantaba y ahora detestas, y yo odiándote porque ni escuchas ni escuchaste, y a lo mejor ni siquiera en aquellas ocasiones de las que antes hablaba lo hacías, sólo que nos atontábamos tanto que los dos pensábamos que el otro era perfecto… como si hubiera alguien que pudiéramos llegar a calificar como perfecto, sin ponerle pegas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario